jueves, 24 de diciembre de 2009

Nos ha tocado el premio mayor

Sí, nos ha tocado el premio mayor. Y no, no me refiero a que la Lotería haya tocado en Getafe (en mi casa apenas ha tocado nada, dicho sea de paso). El premio al que me refiero es mayor, más que todos los millones de la Tierra... y no se acaba nunca. Ese premio, el Amor personificado, que quiso hacerse pequeño para que ninguna de nuestras pequeñeces le fuese ajena, que quiso aparecer en el tiempo para abrirnos las puertas de la Eternidad, que quiso nacer en la indigencia para librarnos de la mayor de ellas, que es la de no conocerle, es un premio por el que nadie derramará champán, que no ocupará las portadas ni los titulares... pero ocupará y colmará los corazones de quienes le dejen pasar. Es un regalo para el que no ha hecho falta apostar nada, ni gastarse ni un duro, ni hacer ningún mérito. No tenemos que decir en nuestra carta que hemos sido buenos, sea mentira o no.



"¿Cuánto tienes que odiar a alguien para creer que la vida eterna es posible y no decírselo?" dijo hace no mucho el artista ateo Penn Jillette. Rotundo, ¿verdad? Y como odiar está muy feo, no nos queda más remedio que anunciar esta Eternidad que ha venido a nosotros pequeñita y frágil. La Lotería puede servir de mucho, o puede arruinar vidas. El Amor es ganancia para todos. Poner la esperanza en que "puede que te toque", ir depositando dinero e ilusiones para hacer rico a otro con la idea de que otro te haga rico a ti... es triste. No hemos nacido para eso.
Esta es mi forma de felicitaros la Navidad a todos. Recordando que tenemos un tesoro inmenso, un tesoro al que muchas veces no hacemos caso... pero sin el cual no tiene sentido ninguna otra ganancia. Ojalá lo reconozcamos estos días, y toda nuestra vida. Gracias, Jesús, por haberte hecho pequeño y pobre para mostrarnos tu grandeza.

1 comentario:

Aprendiz dijo...

Muy bonito el post Sus. Te deseo una feliz Navidad!! Besos