Tampoco puede obtenerse una explicación a partir de la historia familiar. Es una progresión social en tres generaciones gracias a la escuela laica, gratuita y obligatoria, un ascenso republicano, en suma, una victoria a la Jules Ferry... Otro Jules, el tío de mi padre, el Tío, Jules Pennacchioni, condujo hasta el certificado de estudios a los niños de Guargualé y PilaCanale, los pueblos corsos de la familia; se le deben generaciones de maestros, de carteros, de gendarmes y demás funcionarios de la Francia colonial o metropolitana... (tal vez también algunos bandidos, pero los habría convertido en lectores). El Tío, según dicen, obligaba a hacer dictados y ejercicios de cálculo a todo el mundo y en cualquier circunstancia; se dice también que era capaz de raptar a los niños obligados por sus padres a hacer novillos durante la recolección de las castañas. Los capturaba en el monte, se los llevaba a casa y avisaba al padre esclavista:
—Te devolveré a tu muchacho cuando tenga el certificado.
Si es una leyenda, me gusta. No creo que pueda concebirse de otro modo el oficio de maestro. Todo lo malo que se dice de la escuela nos oculta el número de niños que ha salvado de las taras, los prejuicios, la altivez, la ignorancia, la estupidez, la codicia, la inmovilidad o el fatalismo de las familias.
Así era el Tío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario