miércoles, 6 de marzo de 2013

El desierto y el monte

Estamos viviendo una Cuaresma única. El desierto, esta vez, está siendo mucho más palpable que nunca: estamos sin Papa, y la Iglesia se encuentra en un estado excepcional de espera, de asimilación, de cierto aturdimiento. Desde el día en que Benedicto XVI anunció su renuncia, las sensaciones de todos y cada uno de nosotros están siendo más que dispares. El otro día, sin ir más lejos, encontré esta encuesta en Religión en Libertad: «¿Cuál es tu estado de espíritu ante la Sede Vacante?» No pude responder, porque estaba de acuerdo con todas y a la vez con ninguna de las respuestas posibles.

Cae la noche sobre el Vaticano...
Fuente: flickr.com

«Hasta en esto nos está dando clase este Papa», decía el otro día un amigo mío sacerdote, lleno de entusiasmo. Y es que Benedicto ha roto muchos esquemas con este paso; sobre todo, nos ha hecho ver qué es lo importante. Más que nunca en este tiempo de desierto. Aunque él ha preferido otra imagen, la del monte. Él ha subido al monte, pero también nos ha invitado a subir a nosotros: «La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de este, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios», nos decía en su mensaje para esta Cuaresma.

Sin embargo, hay algo en lo que también ha insistido en sus últimos discursos públicos: en pedir nuestras oraciones por él, por la Iglesia y por el futuro Papa. Lo ha repetido en varias ocasiones, para que nos quede claro que no es cualquier cosa lo que está ocurriendo. Para hacernos caer en la cuenta de que nosotros tenemos un papel activo en esta situación que atraviesa la Iglesia; un papel de actividad orante, como el que ahora tiene Benedicto. Con su petición de oraciones, nos muestra que este peso lo llevamos entre todos, y que toda la Iglesia ha de sentirse especialmente cercana a Roma en estos días. Por esto, resulta algo preocupante que la respuesta mayoritaria en la encuesta que antes mencioné sea «Tranquilidad: todo sucederá con normalidad y la Iglesia seguirá su camino». Por supuesto que hay que estar confiados, pero, si esta es la única actitud, corremos el riesgo de pensar que lo que ocurra entre las paredes del Vaticano no es cosa nuestra, y que a nosotros no nos corresponde sino ver pasar los acontecimientos. Y eso, amigos míos, sería un craso error.

Algunos han respondido de formas muy originales, como por ejemplo los que han abierto la web Adopt a cardinal o la campaña #iOraciónPapa. Gracias a iniciativas como estas, estamos conociendo con nombres y apellidos a quienes tienen ahora la difícil labor de elegir al sucesor de Pedro, no para hacer quinielas, sino para tenerlos muy presentes en nuestra oración.

No hay comentarios: