lunes, 1 de junio de 2009

Acabó mayo


"Mayo es el mes de los sacrilegios", sentencia el teólogo catalán José Ignacio González Faus. En Migajas cristianas, un ensayo muy crítico con toda esta parafernalia, advierte de que "hay un evidente negocio económico y de prestigio social montado en torno a las primeras comuniones que dista mucho del mensaje evangélico y de sus exigencias". Alarmada ante el frenesí consumista, la Iglesia repite que lo importante es recibir a Dios con sencillez. Pero lo cierto es que "este sacramento se le está escapando de las manos, aunque es de los pocos que aún controla", opina José Manuel Vidal, periodista experto en temas religiosos. Los padres suspiran, pero tragan. Y la Iglesia pone el grito en el cielo, pero no los remedios para cambiar la situación. "Al final, el dios del mercado ha podido con nuestro Dios y el consumo se ha apoderado de un acto estrictamente religioso. La gente está utilizando las iglesias católicas como expendedurías de sacramentos; a los curas nos convierten en vendedores y a las iglesias en sucursales de El Corte Inglés", expone el sacerdote Manuel González.




He querido empezar con este párrafo extraido de un artículo que leí el otro día en El Mundo (el destacado es mío). Ayer acabó el mes de mayo, el mes en que el calor vuelve para quedarse, el mes en que la naturaleza se revitaliza y vuelve el color, el mes de las mamás... y también el mes de la devoción popular, y, por desgracia, el de la parafernalia. "El mes de los sacrilegios", una definición un poco drástica pero no tan lejana de la realidad.


Encontré este artículo buscando información sobre las "comuniones civiles". Encontré otras muchas cosas muy interesantes. Y es que me llama la atención ese tipo de ceremonias no religiosas pero copiadas de las ceremonias religiosas de las que tanto se escapa. Me preguntaba qué es lo que se hace en una "comunión civil" y, sobre todo, qué es lo que se celebra. Los niños tienen 9 o 10 años, se les hace un banquete en su nombre, se les viste de forma más o menos estrafalaria, se les llena de regalos... ¿y bien? Está claro que no se celebra nada con un mínimo de sentido en esas "comuniones"... pero, por desgracia, tampoco se celebran con sentido las verdaderas comuniones.


Las "comuniones civiles" son como esa parodia que se hace de algo que va mal para hacernos caer en al cuenta de lo ridículo que es. Y, en este caso, son una parodia de esas fiestas de ostentación y banalidad en las que han ido convirtiéndose las comuniones verdaderas. Son un toque a la conciencia... "¿No os habéis olvidado del sacramento, dándole una importancia totalmente secundaria? Pues aquí tenéis su verdadera consecuencia, "comunión" sin comunión, pero con todo lo que le rodea y que vosotros habéis convertido en principal", parece estar diciéndonos el curso de los acontecimientos.


Cuando veo en lo que se ha convertido la Primera Comunión, el afán que tienen las familias de llevar a sus hijos a hacer algo que no conocen, ni viven, ni han visto vivir, me pasan muchas cosas por la cabeza. No puedo evitar pensar en qué haría yo si fuese catequista, madre, profesora de religión... a veces hasta pienso qué haría si fuese cura, pero normalmente me centro en las otras tres posibilidades, que son las que tengo a mi alcance. Se ha perdido tanto el sentido del sacramento que ya, hasta entre los católicos, esa ceremonia de la "Primera Comunión" ha pasado a denominarse "Comunión" a secas, dejando ver hasta en el nombre que, en la mayoría de los casos, puede que sea la única.


Y a todo esto, los niños sin comprender nada, embobados con regalos y fiestas donde son los protagonistas, pero hartos del rollo que les han hecho tragar porque sólo han sido palabras sin acompañamiento de ningún tipo. Las envidias entre chavales de la misma edad, que ven cómo sus compañeros de papás tradicionales les montan una fiesta de tamañas dimensiones, han dado lugar a ese despropósito que son las "comuniones civiles".


Por eso, me alegro de que la crisis haya traido la urgencia de rescatar el valor de la austeridad también en esto. Recuerdo mi primera Comunión, a un mes y poco más de mi Bautismo, y me enternece ver la sencillez que ambos eventos tuvieron. Y estoy muy agradecida a mis padres: quizá no comprendan del todo el significado del sacramento, pero me enseñaron a dar importancia a lo esencial. Y eso es algo que no tiene precio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin palabras...enhorabuena!

Sus dijo...

¡¡Muchas gracias!! :)