lunes, 20 de febrero de 2012

6 meses después

Ahora mismo se cumple medio año desde que miles y miles de jóvenes nos unimos en el Aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid, para recibir y escuchar al Papa Benedicto XVI y celebrar unidos una misma fe y una misma esperanza. Hoy hace 6 meses de aquella noche central de la Jornada Mundial de la Juventud. El calendario no nos pone sino hitos que nos sirven de recordatorio. Vivir el impulso de energía que supuso la JMJ y recoger sus frutos es tan importante hoy como ayer, y lo seguirá siendo mañana, pero hoy merece la pena recordar que se cumplen seis meses, y, mirando a este tiempo transcurrido, hacer algo de balance. Por mi parte, lamento reconocer que la sensación no es demasiado positiva. Hubo un gran desplegue, pero ¿qué ha permanecido? ¿podemos decir hoy que se cumplieron los objetivos de esta Jornada, especialmente aquellos relacionados con los frutos que daría en las comunidades eclesiales y en sus miembros? Quiero pensar que sí. Pero a veces la experiencia se me asemeja tristemente a la imagen del diente de león, muy juntito muy juntito hasta que el viento lo dispersa. Juntitos estuvimos aquella noche. Físicamente, demasiado. Espiritualmente, nunca es demasiado para quienes están llamados a ser uno. ¿Y ahora?

Estaré encantada de saber de vuestros ahoras, si se parecen a esta percepción mía o son distintos. Yo no olvido que en una Jornada Mundial de la Juventud me cambió la vida. En esta le habrá pasado a muchas otras personas. Sólo por eso, habrá merecido la pena.

Os dejo aquí todos los textos de la Jornada. Recoger los frutos pasar por meditar estas palabras:

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