jueves, 11 de noviembre de 2010

Efecto comunión

No sé si habéis visto alguna vez esos programas que echan en TV de vez en cuando (siempre a horas bastante intempestivas) llamados "Domino Day". En ellos, grupos de personas muestran unas enormes construcciones hechas con fichas de dominó, construcciones sorprendentes, imaginativas... Empujan la primera ficha, y empiezan a caer en fila las siguientes, se bifurcan los caminos, comienzan a dibujar figuras... Según la creatividad de sus artífices, estas fichas pueden caer descubriendo un enorme dibujo, o descorrer unas cortinas que dan paso a un nuevo escenario... existen infinidad de posibilidades. Pero, ¡ay! si falla una ficha, especialmente en algunos tramos, sus constructores se echan las manos a la cabeza: puede que ello impida la continuación de todo, que su trabajo se vaya al traste, que el mundo no pueda ver acabada la maravillosa obra en que han invertido tantísimas horas.

Imaginemos ahora que cada una de esas miles de fichas tuviera libertad para decidir si caer o no caer, o hacia qué lado hacerlo, y que cada una de sus opciones tuviera un fin distinto, dibujara una figura diferente, a veces distinta incluso de la que la ficha pretendía al tomar su decisión.

Pues bien, esta imagen tal vez nos ayude a comprender lo que es la vida de comunión.Una vida de la que participamos todos en diversos grados (no en vano somos homo socialis) y que, en el caso de los cristianos, adquiere un sentido totalmente nuevo. No hablo, como en el "efecto dominó", de una simple reacción en cadena o relación causa-efecto. Es algo más. Es como plantar un árbol sabiendo que, al momento de poner la semilla, desconoces la altura que la planta alcanzará, el tiempo que durará su vida, o quién se sentará a su sombre a echarse la siesta.
He tenido experiencia de ello trabajando en equipo. Tienes una idea, la pones en común, se empieza a desarrollar... y cuando te das cuenta, ves que entre lo que habías planteado y el resultado final hay grandes diferencias. Y te dices "vaya, cuando lo ideé no llegaba a esto". Y entonces, la vida te sorprende.
Lo gracioso es que aquello en lo que hemos trabajado es una obra de teatro que habla de esto mismo: una persona que realiza un gesto, que a su vez sirve para cambiar la vida de otra, que realiza otro gesto, que sirve para salvar la vida otra más... Como en Cadena de favores, pero con Dios de por medio, y dejándose sorprender por Él.
Da algo de vértigo pensar que cuanto hacemos repercute a otros, especialmente porque solemos pensar en lo malo, en consecuencias negativas... Pero ocurre así con todo. Ahora estoy escribiendo esto sin saber quién lo leerá ni el bien que pueda hacerle, y sin embargo lo hago con la confianza de saber que, caiga donde caiga, si la semilla lleva a Dios, dará fruto. Y con uno solo que dé, habrá merecido la pena.
Los que vivimos la comunión de la Iglesia debemos tener esto presente. Si uno se apunta como voluntario de la JMJ del próximo verano en Madrid, estará lanzando semillas por todo el mundo. Y sólo Dios sabe dónde y hasta qué punto germinarán, a quiénes les cambiará la vida ese encuentro. A nosotros lo que nos toca es ser generosos, confiados... y dejarnos sorprender.

Este es el cartel de la obra de teatro que mencionaba. Es una obra a beneficio de Manos Unidas, si puedo os hablaré de ella. La representación es hoy. Siento no haber avisado con más tiempo. De todos modos, si no os podéis pasar, encomendadnos para que todo salga como Dios quiera.

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